miércoles, 5 de agosto de 2009

El sueño...

... de los niños pequeños se ha convertido en los últimos años, en motivo de preocupación para muchos padres.
No era así en otros tiempos. En nuestros tiempos dormíamos con nuestros padres durante año ( ¿Donde si no?¡Siempre había más niños que habitaciones!). Nuestros padres no esperaban que un niño pequeño durmiera solo, ni que durmiera la noche de un tirón. No nos consideraban sujetos activos, sino pasivos del dormir; no se decía: "el niño se va a dormir" sino " voy a dormir al niño". Nos dormía nuestra madre en brazos, junto a su pecho ( al principio, en su pecho), con un rítmico balanceo y una canción de cuna. Y cuando nos despertábamos a media noche no era el fin del mundo, simplemente nos volvían a dormir.
Pero en los últimos años han cambiado algunas cosas. Así, o puritanismo o en nombre de la higiene se ha prohibido a los padres dormir con sus hijos. Las amenazas son apocalípticas: si una sola vez le consientes dormir en tu cama no querrá salir nunca más (como si alguno quisiera con sus padre a los trece años). Nuestro sistema económico exige a ambos padres se levanten a " golpe de pito"y lleguen al trabajo a la hora en punto, dispuestos a rendir y a comerse el mundo. Y si alguien pretende acostumbrar a su jefe a posponer la satisfacción de sus deseos,(...)
En cambio, cuando es nuestro hijo el que nos necesita si podemos ir un minuto tarde; incluso nos lo aconsejan deseable y beneficioso para el bebé. De este modo el contacto físico y afectivo entre madre e hijo se ha visto con desconfianza y desprecio, como un vicio que hay que erradicar : "No lo cojas en brazos, que se malcría", "no lo duermas al pecho, que se acostumbra", "no lo atiendas cuando llora, porque llora de vicio", etcétera.
Asimismo, las canciones de cuna están prohibidas, aunque todas las culturas las hayan tenido, aunque las más grandes músicos las hayan compuesto, aunque recordemos aún las que nos cantaba nuestra madre. La misma prohibición ha caído para los cuento para dormir, que ahora han de ser para no dormir, pues está permitido siempre y cuando el niño NO SE DUERMA CON ELLOS y los padres salgan de la habitación dejándolo despierto.
Se ha querido organizar y reglamentar la vida d los niños con criterios de disciplina y eficiencia industrial: alimentación científicamente calculada, horarios fijos, poco contacto humano. EL sistema funciona perfectamente con pollos y conejos, ¿ porqué no han de engordar los niños así criados? Y si el niño llora,¡Oh, sorpresa!, debe ser porque está muy muy enfermo.
Y es que el llanto ya no se considera una señal de dolor o una llamada de auxilio, sino, en el mejor de los casos, una enfermedad mental, una alteración de la conducta ( otra teoría sostiene que enfermedad nada, que el niño a propósito para fastidiar). ¿Porqué, si no, habría de llorar un niño, si no tiene hambre ni frío, si está feliz en su cunita si que los brazos de su madre la molesten? Se ha dicho a los padres que su hijo tiene que dormir solo, toda la noche de un tirón, desde muy tierna edad. Y el que no lo hace es porque tiene "insomnio", insomnio que le durará TODA LA VIDA, por culpa de sus padres que le han consentido y malacostumbrado, que no le han sabido " enseñar a dormir"
Los despertares normales de todos los niños son, por una parte, más temidos, pues se les ha puesto la etiqueta de enfermedad ( y enfermedad grave , además) y por otra parte más difíciles de soportar, pues la madre no está autorizada a meterse a su hijo en la cama y darle teta, sino que está obligada a caminar por el pasillo y acudir cada vez a otra habitación. En difinitiva: se ha creado un problema donde no lo había.
Necesitamos información seria y veraz para despejar esta maraña de mitos y prejuicios. (...)... los buenos psicólogos, como las madres, no aspiran a manipular a los niños si no ha comprenderlos... ...que la gente que llora es porque sufre y necesita atención y desconsuelo.
Este libro aportará paz y confianza... Su hijo es normal, aunque se despierte, y usted tambie´n lo es aunque lo vaya a consolar. O quizás precisamente por eso.

Prologo de Dr. Carlos Gonzalez para el libro "Dormir sin lágrimas" de Rosa Jové

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